Por Alejandro Ferro
El martes pasado finalizó la XI Conferencia de Hepatología de París, a la que tuve el privilegio de asistir. En la misma se desarrollaron sus habituales temas sobre tratamiento de las hepatitis crónicas por virus C y B, el hepatocarcinoma (cáncer del hígado) y trasplante hepático, entre otros.
Claramente hoy la hepatitis crónica por virus C con las “nuevas drogas de acción directa” tiene una tasa de curación superior al 95%; no ocurre lo mismo con la hepatitis crónica por virus B, ya que los actuales tratamientos no logran su erradicación en una gran mayoría de los pacientes. Vale remarcar la importancia de vacunarse “universalmente” contra el virus de la hepatitis B, especialmente a los nacidos antes del año 2000 (dado que a partir de ese año la vacunación es obligatoria en el momento del nacimiento).
Fuera de las respectivas actualizaciones en los temas ya enunciados, una importante parte de la conferencia -la que duró 2 días-, fue dedicada a la Esteatosis Hepática No Alcohólica (EHNA); esta entidad hace referencia al
“engrasamiento” no producido por el alcohol del hígado en virtud de que el consumo de alcohol fuera de los límites recomendados también causa engrasamiento, hepatitis crónica y cirrosis.
Recientes investigaciones muestran la severidad de la EHNA, la cual se deriva en forma directa a la pandemia de sobrepeso y obesidad que nos afecta a nivel planetario; puntualmente un 70 a 90% de las personas obesas padece EHNA.
Desde hace tiempo se conoce esta nueva pandemia no infecciosa y sus efectos negativos en la salud como el síndrome metabólico, la insulinoresistencia, diabetes del adulto, hipertensión, dislipidemia, el aumento en la incidencia de ciertas enfermedades cardiovasculares y o neoplásicas y la EHNA.
La prevalencia de la EHNA a nivel mundial ronda el 25% pero la verdadera gravedad radica en que un porcentaje de entre el 25% al 30% de los pacientes con EHNA desarrollaran una hepatitis no alcohólica y de ellos un 11% aproximadamente desarrollará en 15 años “cirrosis”, lo que conlleva una alta tasa de morbi-mortalidad y la eventual necesidad de un trasplante hepático sea por fallo hepático o por desarrollar un hepatocarcinoma o por ambas.
Para magnificar en EUA un 30% de sus habitantes padecen EHNA y un 10.3% de ellos ya ha desarrollado una fibrosis avanzada (paso previo a la cirrosis hepática), “imaginemos por un momento la cantidad de trasplantes que serán necesarios para el año 2030”.
Las condiciones que deben alertarnos sobre el riesgo de padecer EHNA son básicamente, tener un índice de masa corporal mayor a 30 (obesidad), padecer hipertensión arterial, tener elevación de las transaminasas (alteración del
hepatograma), una glucemia elevada ( diabetes tipo II ) o un alto nivel de insulina en sangre (insulinorresistencia).
La prevención o el tratamiento en el caso que la EHNA se asocie a sobrepeso u obesidad es bajar de peso; bajar un 10% del peso y mantenerlo mejora los perfiles anatomopatólogicos en especial de la hepatitis no alcohólica; la otra medida esencial es cambiar el habito sedentario por hacer una actividad física aeróbica, empezando por caminar 30 minutos diarios, de allí en más lo que cada uno pueda y lo desee.
Finalmente, es recomendable tener presente esta entidad tan frecuente y consultarla con el profesional médico especializado.